22-08-2016, 22:38
La herrumbre amenaza a dos de los históricos viaductos del Trenet
agosto 8, 2016
El Trenet es pura arqueología industrial. Esta vía métrica, inaugurada el 28 de octubre de 1914, supuso un hito en el desarrollo económico de las dos comarcas de la Marina. Con todas sus incomodidades, cumplió durate buena parte del siglo XX un papel fundamental para el transporte de pasajeros y mercancías. La línea sobrevive, pese a los muchos golpes que recibe. Pero el anuncio de cierre entre Dénia y Calp (deterioro de la vía y falta de seguridad de los convoyes) alerta a los vecinos.
Ferrocarriles de la Generaltat Valenciana (FGV) no avanza la fecha en la que la Marina Alta volverá a tener tren. Aseguran que el próximo año se acometerán obras para solventar los problemas (las traviesas de madera saltan hechas astillas). Dicen que modernizarán la vía (bloqueo automático y el sistema de protección automática de trenes). Prometen que el centenario tren recibirá fondos para su mantenimiento. Y, sin embargo, todo el mundo piensa que el centenario tren no volverá a circular nunca más.
Hay gente que se muestra preocupada por el futuro de algunas de las infraestructuras de esta centenaria línea. Tras décadas de escasísimas inversiones, es notable el abandono en los cientos de traviesas, en estaciones y apeaderos ruinosos como el de Benissa y el del Ferrandet y en los puentes metálicos corroídos por el óxido. Preocupa en particular el estado de herrumbre de dos de los viaductos más impresionantes del centenario trazado. Sin utilidad aparente, pueden acabar, como tantos otros, en manos del chatarrero. Los viaductos del Quisi o Santa Ana y del Ferrandet son dos prodigios de ingeniería. Pero no se salvan del desgaste que ha sufrido esta línea en sus más de cien años de existencia. Ambos cuentan en sus laterales con pasos peatonales protegidos con barandillas. Pero en el del Quisi, que alcanza los 35 metros de altura y tiene una plataforma de 120 metros de longitud, esos pasos crujen cuando se pisan.
Están, como toda la estructura de este puente, considerada la obra más emblemática de la Línea 9, más que corroídos por el óxido, que ha carcomido e incluso agujereado las planchas peatonales. La barandilla, también con una herrumbre más que evidente, no ofrece muchas garantías de seguridad. Para expertos en arqueología industrial, este viaducto es de los más bellos del sistema ferroviario. Se aguanta sobre pilares de hierro que, a su vez, se sustentan en una peana de sillares de piedra.
El puente del Ferrandet, que salva el profundo barranco del Pou Roig, se sostiene, en cambio, sobre recios pilares de piedra. La plataforma de hierro también está oxidada, pero sobrelleva mejor el deterioro que la del Quisi. Aún así también preocupa su mantenimiento.
El Trenet, orgullo de esta zona durante años, es hoy puro recuerdo. La importancia de esta línea ha sido gigantesca: facilitó el transporte económico de personas y mercancías, potenció el crecimiento urbano, agroindustrial y demográfico y contribuyó a la expansión de los puertos de Alicante, Altea y Dénia; durante los últimos lustros ha adquirido relevancia turística y siempre tuvo un peso indiscutible en el ideario sentimental de los habitantes de la Marina, para quienes durante generaciones el Trenet fue su tren. Y eso que cubrir el trayecto entre Dénia y Alicante, una distancia de poco más de 90 kilómetros, cuesta la friolera de 177 minutos. Entre Dénia y Benidorm, los convoys circulan a una velocidad de 42 kilómetros a la hora; y entre Benidorm, donde hay transbordo porque se pasa de la Línea 9 a la 1, y la capital alicantina, a 48 kilómetros por hora.
Pero a principios del siglo XX el trazado de esta línea métrica fue un acontecimiento singular. Hubo que contruir 2,5 kilómetros de túneles, 7 viaductos, 17 puentes metálicos de más de ocho metros, 38 pasos inferiores o superiores. Asimismo, el trazado – del que 35 kilómetros discurren en terraplén y 40 en trincheras- cuenta con un 25% de curvas de radio inferior a quinientoos metros. La línea representó una notable mejora de las comunicaciones para la comarca de La Marina, así como una importante contribución a la potenciación del puerto de Denia. En los primeros años transportaba hasta Alicante y su puerto las más variadas mercancías de La Marina.
Poblaciones intermedias, como Altea, Benidorm o Calpe vieron facilitado el transporte de mercancías y viajeros, muy especialmente, a partir del crecimiento demográfico que se experimentó con la llegada del turismo a algunas poblaciones de la comarca, entre las que destaca Benidorm. Pese al auge del transporte por carretera a partir de la mejora económica de los años 50, el ferrocarril cumple una función social muy importante como medio de transporte de viajeros.
En la actualidad la conexión Alicante-Denia forma parte de la red del Tram de Alicante que combina un sistema de tren-tram- tranvía y tren diésel, con cinco líneas en servicio, distribuidas a lo largo de más de cien kilómetros, con 71 estaciones, y llega a 13 municipios. ¿Sobrevivirá?
(Imagen Esteban Gonzalo)
agosto 8, 2016
El Trenet es pura arqueología industrial. Esta vía métrica, inaugurada el 28 de octubre de 1914, supuso un hito en el desarrollo económico de las dos comarcas de la Marina. Con todas sus incomodidades, cumplió durate buena parte del siglo XX un papel fundamental para el transporte de pasajeros y mercancías. La línea sobrevive, pese a los muchos golpes que recibe. Pero el anuncio de cierre entre Dénia y Calp (deterioro de la vía y falta de seguridad de los convoyes) alerta a los vecinos.
Ferrocarriles de la Generaltat Valenciana (FGV) no avanza la fecha en la que la Marina Alta volverá a tener tren. Aseguran que el próximo año se acometerán obras para solventar los problemas (las traviesas de madera saltan hechas astillas). Dicen que modernizarán la vía (bloqueo automático y el sistema de protección automática de trenes). Prometen que el centenario tren recibirá fondos para su mantenimiento. Y, sin embargo, todo el mundo piensa que el centenario tren no volverá a circular nunca más.
Hay gente que se muestra preocupada por el futuro de algunas de las infraestructuras de esta centenaria línea. Tras décadas de escasísimas inversiones, es notable el abandono en los cientos de traviesas, en estaciones y apeaderos ruinosos como el de Benissa y el del Ferrandet y en los puentes metálicos corroídos por el óxido. Preocupa en particular el estado de herrumbre de dos de los viaductos más impresionantes del centenario trazado. Sin utilidad aparente, pueden acabar, como tantos otros, en manos del chatarrero. Los viaductos del Quisi o Santa Ana y del Ferrandet son dos prodigios de ingeniería. Pero no se salvan del desgaste que ha sufrido esta línea en sus más de cien años de existencia. Ambos cuentan en sus laterales con pasos peatonales protegidos con barandillas. Pero en el del Quisi, que alcanza los 35 metros de altura y tiene una plataforma de 120 metros de longitud, esos pasos crujen cuando se pisan.
Están, como toda la estructura de este puente, considerada la obra más emblemática de la Línea 9, más que corroídos por el óxido, que ha carcomido e incluso agujereado las planchas peatonales. La barandilla, también con una herrumbre más que evidente, no ofrece muchas garantías de seguridad. Para expertos en arqueología industrial, este viaducto es de los más bellos del sistema ferroviario. Se aguanta sobre pilares de hierro que, a su vez, se sustentan en una peana de sillares de piedra.
El puente del Ferrandet, que salva el profundo barranco del Pou Roig, se sostiene, en cambio, sobre recios pilares de piedra. La plataforma de hierro también está oxidada, pero sobrelleva mejor el deterioro que la del Quisi. Aún así también preocupa su mantenimiento.
El Trenet, orgullo de esta zona durante años, es hoy puro recuerdo. La importancia de esta línea ha sido gigantesca: facilitó el transporte económico de personas y mercancías, potenció el crecimiento urbano, agroindustrial y demográfico y contribuyó a la expansión de los puertos de Alicante, Altea y Dénia; durante los últimos lustros ha adquirido relevancia turística y siempre tuvo un peso indiscutible en el ideario sentimental de los habitantes de la Marina, para quienes durante generaciones el Trenet fue su tren. Y eso que cubrir el trayecto entre Dénia y Alicante, una distancia de poco más de 90 kilómetros, cuesta la friolera de 177 minutos. Entre Dénia y Benidorm, los convoys circulan a una velocidad de 42 kilómetros a la hora; y entre Benidorm, donde hay transbordo porque se pasa de la Línea 9 a la 1, y la capital alicantina, a 48 kilómetros por hora.
Pero a principios del siglo XX el trazado de esta línea métrica fue un acontecimiento singular. Hubo que contruir 2,5 kilómetros de túneles, 7 viaductos, 17 puentes metálicos de más de ocho metros, 38 pasos inferiores o superiores. Asimismo, el trazado – del que 35 kilómetros discurren en terraplén y 40 en trincheras- cuenta con un 25% de curvas de radio inferior a quinientoos metros. La línea representó una notable mejora de las comunicaciones para la comarca de La Marina, así como una importante contribución a la potenciación del puerto de Denia. En los primeros años transportaba hasta Alicante y su puerto las más variadas mercancías de La Marina.
Poblaciones intermedias, como Altea, Benidorm o Calpe vieron facilitado el transporte de mercancías y viajeros, muy especialmente, a partir del crecimiento demográfico que se experimentó con la llegada del turismo a algunas poblaciones de la comarca, entre las que destaca Benidorm. Pese al auge del transporte por carretera a partir de la mejora económica de los años 50, el ferrocarril cumple una función social muy importante como medio de transporte de viajeros.
En la actualidad la conexión Alicante-Denia forma parte de la red del Tram de Alicante que combina un sistema de tren-tram- tranvía y tren diésel, con cinco líneas en servicio, distribuidas a lo largo de más de cien kilómetros, con 71 estaciones, y llega a 13 municipios. ¿Sobrevivirá?
(Imagen Esteban Gonzalo)