06-01-2015, 18:34
La Alta Velocidad entre Lisboa y Madrid “es inviable” económicamente, dice el Tribunal de Cuentas luso
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Una ruina, vamos. El Tribunal de Cuentas de Portugaljustifica la “inviabilidad” del tren de alta velocidad entre Lisboa y Madrid, que comportaba una inversión de 11.600 millones de euros y que fue descartado por el Gobierno luso en 2012. “Los estudios preliminares demostraron que la inversión en la red ferroviaria de alta velocidad no presentaba viabilidad financiera“, zanja con rotundidad el tribunal.
No es ninguna sopresa. El Ejecutivo conservador dePedro Passos Coelho ya había descartado el plan. Ahora el tribunal abunda en su informe en los excesivos costes para el erario portugués y cuestiona el impacto positivo de esta infraestructura, que iba a unir las dos capitales en 2013 en unas dos horas y media. “No hay evidencias de que los beneficios sobrepasarían los costos con la red ferroviaria de alta velocidad”, señala el organismo fiscalizador de los gastos públicos, que alerta de que los riesgos eran mayores por la “falta de experiencia previa en la implementación de un sistema de transporte íntegramente nuevo”.
La auditoría refleja que los 11.600 millones de euros de los seis contratos de Colaboración Público-Privada conllevaban unos “riesgos asociados”, que recaerían sobre Comboios de Portugal (CP) y Red Ferroviaria Nacional (infraestructuras ferroviarias), “empresas públicas económicamente deficitarias”.
El proyecto del AVE luso, que comenzó a fraguarse en 1998, tuvo su mayor impulso en los primeros años del Gobierno del socialista José Sócrates (2005-2011), pero el recrudecimiento de la crisis en Portugal llevó al dirigente -hoy en prisión provisional por sospechas de corrupción- a posponerlo. Aunque ya se habían gastado 100 millones de euros en varios estudios previos a la construcción de la línea ferroviaria, el Ejecutivo dePassos Coelho dio por cerrado “definitivamente” el proyecto en marzo de 2012.
El gabinete decidió reformularlo, haciendo hincapié en el traslado de mercancías, rebajando la velocidad del transporte de pasajeros y reduciendo en tres veces los costes para Portugal.
En octubre pasado, el secretario de Estado de Infraestructuras, Transportes y Comunicaciones de Portugal, Sérgio Silva Monteiro, destacó que este año comenzarían las obras en suelo portugués de la línea “de altas prestaciones” Madrid-Lisboa, que se prevé terminar en 2019. La conexión entre las capitales ibéricas será de “alta velocidad” en la parte española -con capacidad de circular a más de 300 kilómetros por hora- y de “altas prestaciones” en el lado portugués, con un máximo de 220 kilómetros por hora.
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Una ruina, vamos. El Tribunal de Cuentas de Portugaljustifica la “inviabilidad” del tren de alta velocidad entre Lisboa y Madrid, que comportaba una inversión de 11.600 millones de euros y que fue descartado por el Gobierno luso en 2012. “Los estudios preliminares demostraron que la inversión en la red ferroviaria de alta velocidad no presentaba viabilidad financiera“, zanja con rotundidad el tribunal.
No es ninguna sopresa. El Ejecutivo conservador dePedro Passos Coelho ya había descartado el plan. Ahora el tribunal abunda en su informe en los excesivos costes para el erario portugués y cuestiona el impacto positivo de esta infraestructura, que iba a unir las dos capitales en 2013 en unas dos horas y media. “No hay evidencias de que los beneficios sobrepasarían los costos con la red ferroviaria de alta velocidad”, señala el organismo fiscalizador de los gastos públicos, que alerta de que los riesgos eran mayores por la “falta de experiencia previa en la implementación de un sistema de transporte íntegramente nuevo”.
La auditoría refleja que los 11.600 millones de euros de los seis contratos de Colaboración Público-Privada conllevaban unos “riesgos asociados”, que recaerían sobre Comboios de Portugal (CP) y Red Ferroviaria Nacional (infraestructuras ferroviarias), “empresas públicas económicamente deficitarias”.
El proyecto del AVE luso, que comenzó a fraguarse en 1998, tuvo su mayor impulso en los primeros años del Gobierno del socialista José Sócrates (2005-2011), pero el recrudecimiento de la crisis en Portugal llevó al dirigente -hoy en prisión provisional por sospechas de corrupción- a posponerlo. Aunque ya se habían gastado 100 millones de euros en varios estudios previos a la construcción de la línea ferroviaria, el Ejecutivo dePassos Coelho dio por cerrado “definitivamente” el proyecto en marzo de 2012.
El gabinete decidió reformularlo, haciendo hincapié en el traslado de mercancías, rebajando la velocidad del transporte de pasajeros y reduciendo en tres veces los costes para Portugal.
En octubre pasado, el secretario de Estado de Infraestructuras, Transportes y Comunicaciones de Portugal, Sérgio Silva Monteiro, destacó que este año comenzarían las obras en suelo portugués de la línea “de altas prestaciones” Madrid-Lisboa, que se prevé terminar en 2019. La conexión entre las capitales ibéricas será de “alta velocidad” en la parte española -con capacidad de circular a más de 300 kilómetros por hora- y de “altas prestaciones” en el lado portugués, con un máximo de 220 kilómetros por hora.